Caligrafia China

La caligrafía china, el arte de dibujar la lengua

El chino es un idioma no exento de cierta complejidad, tanto en el aspecto fonético como en el gráfico. Respecto a la escritura, constituye todo un arte cultivado durante siglos y transmitido con solemnidad de una generación a otra. Los caracteres, soberbias composiciones de trazos, pueden ser escritos según cinco estilos históricos -por lo general con pincel y tinta- que son: el estilo del sello (篆書 zhuànshū), el estilo de los escribas (隸書 lìshū), el estilo regular (楷書 kǎishū), el estilo corriente (行書 xíngshū) y el estilo de hierba (草書 cǎoshū).

El estilo del sello es el más antiguo de todos, y supone una adaptación del grabado tradicional de los caracteres sobre piedra o metal. Ha sufrido muchas evoluciones a lo largo del tiempo; sus trazos son finos, puntiagudos en los extremos y curvados ocasionalmente, y los caracteres resultantes se dividen en dos categorías, la del gran sello y la del pequeño sello. No se trata del estilo más recomendable para los iniciados en esta disciplina, pues es difícil asociarlo al chino moderno.

El de los escribas nació para subsanar la complejidad e irregularidad del estilo del sello y favorecer así el aprendizaje y la expansión de la escritura. Provino de los funcionarios o escribas de la época, quienes lograron desbancar al estilo anterior, si bien el creado por ellos no tuvo una vida demasiado larga. Se compone de trazos espesos y cuadrados, cuyos extremos no se adivinan, y que se fueron ondulando con el tiempo. Aunque relegado en el uso común, se siguió empleando para la caligrafía o la composición de títulos y citas ilustres.

Fue el regular el que se impuso al de los escribas gracias a la racionalización del mismo, ganándose así el título de escritura estándar, que no fue modificada en 1.300 años, hasta hace apenas medio siglo. Aunque tiene dos variantes, la regular grande y la pequeña, en general se caracteriza por un suavizado de los ángulos y las aristas, una modificación de los inicios de los trazos y una tendencia de los horizontales a ascender por su izquierda. Éste es el estilo al que se recurre actualmente para aprender a trazar caracteres, y el empleado casi siempre que se pretende escribir con corrección, pues es similar al aspecto de los caracteres impresos.

La simplificación del regular se convirtió en la escritura más habitual en los manuscritos cotidianos, por su rapidez de trazo: de ambos conceptos nació la denominación de “estilo corriente”. Son estilizaciones cursivas de las unidades básicas del estilo regular, provenientes de las líneas que se generaban al escribir los trazos sin levantar el pincel de uno a otro. Los del estilo corriente se diferencian por ser más sencillos y directos, y por ser escritos sin que el pincel retroceda sobre el papel. No se considera, ni mucho menos, una variante bastarda del estilo regular, pues de hecho posee sus propias reglas caligráficas.

Por último, el estilo de la hierba, también llamado cursiva o escritura loca, es el más pintoresco. El nombre puede provenir de su aspecto, como de hierba agitada por el viento, y por su uso para escritos efímeros, que se asocian a la paja. Es un estilo genuino, no surgió de ninguno anterior: se caracteriza por unas formas sin constreñir, mezcladas a veces entre sí, que suelen salirse del cuadrado virtual, un espacio reservado para cada carácter respetado en los otros estilos. Éstos se abrevian y reducen a su forma fundamental, volviéndose irreconocibles para los ojos poco experimentados. De hecho, la lectura y escritura del estilo de la hierba es algo reservado a eruditos y calígrafos avezados, que se convierten en artistas abstractos cuando lo trabajan más esbozadamente. Puede pensarse que estos caracteres se escriben con rapidez, pues eso sugiere su aspecto, pero en realidad es tan sólo una sugestión, ya que se trazan cuidadosamente y con cierta parsimonia. No en vano, exigen un elevadísimo conocimiento de la caligrafía china y sus técnicas.