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Se considera la fiesta más romántica de Hong Kong (China) y no vamos a ser nosotros quienes lo pongan en duda. Más que nada porque si lleva considerándose así desde hace más de 1.500 años debe ser verdad.
El festival de las siete hermanas (o Qi Xi), que se celebra el séptimo día del séptimo mes del calendario lunar, tiene su origen en una curiosa leyenda: Niulang, un joven arriero, se encuentra un buen día con siete hadas bañándose en un lago. Joven, fogoso y travieso roba las ropas de las muchachas. Estas, al no atreverse a salir desnudas del agua, encargan a la más pequeña, llamada Zhinü, que vaya a buscar las prendas.
Niulang, maravillado ante el físico del hada, dice que sólo devolverá las ropas si Zhinü accede a casarse con él. La joven, a quien también hace “tilín” el ganadero, acepta.
Los dos conviven felices y enamorados hasta que la madre de ella, tratando de averiguar por qué razón Zhinü ha dejado de tejer las nubes del cielo, descubre que su yerno es un simple mortal. Así que muy enfadada obliga a su hija a volver a su tarea y a Niulang a poder ver a su amada sólo una vez al año, el séptimo día del séptimo mes.
No es la única versión de la historia: hay otra que afirma que Zhinü trabajaba sin descanso en su telar y que su padre, el Emperador Celestial, dejó que se casara con Niulang. Sin embargo ella desatendió sus tareas y fue castigada de la misma manera que hemos relatado en la primera narración.
Como os podéis imaginar el festival derivado de esta leyenda es celebrado por las chicas solteras y por aquellas parejas que buscan la aprobación de los padres. Durante su celebración tanto solteras como novios ofrecen ofrendas al cielo estrellado, preferentemente fruta. Además los patios y tejados de las casas se perfuman con varitas de incienso encendidas.
El gran evento de esta celebración es un curioso concurso de bordado, en el que se evoca la profesión de Zhinü. Pero como a no todos se les da bien eso del bordado se ha tomado como costumbre que las parejas dejen ofrendas en la Piedra de los Enamorados, un monolito granítico situado en Bowen Road (el nombre inglés choca, pero recordamos que hasta hace bien poco Hong Kong fue colonia británica).
Se trata de una fiesta sencilla y algunos dirían que poco espectacular, pero hay que reconocer que es muy romántica. Además, ¿para que quieren los enamorados grandes fastos si la felicidad está en pasar el tiempo juntos?
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