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Nombrar la primavera de Praga supone, por defecto, referirse a la del convulso 1968, o más bien al periodo que ocupó tres estaciones de dicho año y supuso una revolución de los praguenses contra la URSS. No obstante, la primavera en la capital checoslovaca era ya famosa desde 24 años antes, toda vez se aprovechaba para celebrar un festival de música de repercusión mundial e incontestable valor artístico.
En dicho año, 1946, se conmemoró en todo el país (por entonces Checoslovaquia) el primer aniversario del final de la II Guerra Mundial. Como coincidiera con el 50º aniversario de la Filarmónica Checa, se decidió crear este festival para melómanos de cualquier procedencia, con la calidad de un doble homenaje. No fue, en realidad, algo espontáneo, pues el gremio musical de Praga llevaba varias décadas pugnando por crear un evento anual en el que se congregara a las mejores orquestas y solistas de todo el mundo. Desde entonces y hasta la presente fecha, se viene celebrando con gran apoyo popular e institucional el Festival Internacional de Música de Primavera en Praga, que este año 2010 comenzará el 12 de mayo y abarcará casi un mes plagado de memorables conciertos.
Ya desde el comienzo se hizo un esfuerzo por hacer sitio tanto a artistas locales como internacionales, pues se buscaba dotar al evento de un carácter aperturista, al menos en lo concerniente a lo cultural. Y la respuesta de los músicos del mundo fue, y sigue siendo, excepcional. En cada edición han participado artistas de un gran número de países, en especial desde que en la segunda se incluyera en el programa una competición oficial de jóvenes talentos, en la que triunfaron numerosas promesas de la música que acabaron consolidándose.
Para la edición de este año se han programado casi 60 eventos, entre conciertos, recitales, óperas y otras galas, que sin duda colmaran las expectativas de los asistentes. La variedad del programa, y sobre todo su calidad artística, son el mejor reclamo para este festival de fama e importancia mundial, un punto clave en el calendario musical de cada año. Otra de sus virtudes es el gran número de espacios y salas donde tienen lugar las actuaciones, localizaciones que, además, poseen un enorme encanto y belleza, como casi cualquier rincón de la fascinante Praga. Entre ellos destacan varios edificios representativos de la ciudad, como el sublime Teatro Nacional, el de los Estados, la Ópera, el Rudolfinum o el Museo Nacional, que preside la avenida más famosa de la urbe. Además, a éstos se les añaden otros tantos escenarios al aire libre, emplazados también en lugares característicos de Praga, en los que disfrutar de la música y el frescor primaveral checo al mismo tiempo, como la fabulosa Plaza Vieja de la ciudad, el histórico Puente de Carlos, que sobrevuela el río Moldava, o el bello cementerio del distrito de Vyšehrad, donde descansan algunas grandes figuras de la música checa como Dvořak, que a buen seguro hubiera participado en el Festival de Primavera de haber existido en su época.
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