Es la festividad más importante del calendario chino, también conocida como ‘Fiesta de la primavera’ o ‘Año Nuevo lunar’, y en 2010 se celebrará coincidiendo con nuestro 14 de febrero, día famoso por albergar la onomástica del celestino más prolífico de la historia. En dicha fecha comenzará el año 4708 según el calendario chino, correspondiente al signo zodiacal del tigre.
Éste es considerado lunisolar -el tradicional de China y otras naciones de Asia oriental-, y determina que los años comienzan coincidiendo con la segunda luna nueva tras el solsticio de invierno boreal, fenómeno que acontece durante nuestro 22 de diciembre. La aparición de esta luna puede producirse entre 30 ó 59 días después del solsticio, por lo que la llegada de cada nuevo año no se celebra siempre el mismo día.
En esas fechas se producen miles de migraciones de ciudadanos chinos que viven fuera del país y regresan a su tierra para celebrar allí tan señalado día. No obstante, muchos otros deciden permanecer en su lugar de acogida y festejar allí el nuevo año atendiendo a todas y cada una de las tradiciones de rigor. Las comunidades chinas son realmente extensas en algunas naciones, por lo que las fiestas que se organizan, seguidas con interés por los nativos, llegan a ser igual de espectaculares que en la propia China. En ellas, como en cualquier acto social chino, el color rojo es predominante y esencial, pues recordemos es aquél que piensan les reporta suerte y prosperidad. Aparte de la decoración callejera, los vestidos de los desfiles, los farolillos y otros tantos elementos típicos, son rojos los sobres con dinero que se les entrega a los jóvenes, como deseo de buena ventura, y los míticos dragones de tela movidos por decenas de personas en las celebraciones callejeras.
También es tradición colocar figuras de animales, como peces o leones, en las casas y establecimientos, para proteger así el espacio y ahuyentar los malos espíritus, o escribir con buena caligrafía en rollos de papel aquellos caracteres relacionados con la abundancia y la felicidad, entre otras metas. La fortuna se busca asimismo a través de aquellos alimentos que los chinos consideran talismanes, como el pescado, el pudín de arroz, las empanadillas o los nabos. No faltan las supersticiones y hechos que deben evitarse para esquivar la mala suerte, como barrer la casa, hablar de la muerte, romper un plato o tener a la vista artefactos cortantes, del orden de tijeras y cuchillos.
Al igual que muchas otras tradiciones chinas, la celebración del año nuevo es cuanto menos curiosa y llamativa para todo aquel que no la conozca demasiado. La expansión de sus ciudadanos, y por tanto la cultura, más allá de las fronteras del gigante asiático, ha brindado y sigue brindando la oportunidad de vivir de cerca esta sobrecogedora fiesta sin moverse apenas del portal de casa.
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