Los iglús, patrimonio de los esquimales

Cuando se nos habla de los esquimales (o inuit) se nos viene a la cabeza la imagen de un iglú: una de esas construcciones de bloques de nieve. Puede que incluso venga a nosotros aquel infantil pensamiento según el cual los habitantes del ártico hacen su vida diaria en una de estas construcciones.

Sólo por aclarar el asunto: los esquimales construyen iglús, sí, pero sólo lo hacen cuando van de caza o tienen que trasladarse. Digamos que se trata de una especie de "tienda de campaña" construida con el material más abundante en el Polo Norte.

Construir uno parece fácil pero "tiene su ciencia": hay que cavar una fosa de forma circular e ir colocando los bloques de nieve en espiral hasta que formen una cúpula cuyo último bloque es más fino que el resto para que sea transparente y haga de ventana. No hay que temer por su desmoronamiento: el tiempo es tan frío que la nieve congelada tiene la consistencia de un ladrillo. Esta dureza es la que hace de aislante y, junto con un tapizado de pieles, la que permite gozar de una temperatura que puede llegar a los 20º (recordemos que fuera la temperatura puede alcanzar varios grados bajo cero).

Alguno que nunca se debe olvidar en la construcción de una casa es la ventilación. Un iglú no es una excepción, no olvidemos que, de no haberla, el dióxido de carbono de la respiración de los habitantes podría asfixiarles. Así en la parte superior se practica un agujero.

Como podemos imaginar: el interior de un iglú es confortable e incluso permite que residan en él varias personas durante toda una estación. Claro está, hasta que comienza el deshielo. Para entonces las pieles que han forrado el interior de la construcción serán usadas como lonas de tienda. Pero esa ya es otra historia.

Por cierto, ¿a alguien más le han entrado ganas de construir un iglú este invierno?