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Todos hemos escuchado alguna vez eso de que el rosa es el color de las niñas y el azul el de los niños. Hemos creído que siempre ha sido así y hasta tal punto llega la cosa que cuando vemos a un hombre con una camisa rosa (últimamente se han puesto de moda) nos parece raro.
Sin embargo hubo una época en la que el rosa era el color masculino por excelencia y el azul era una tonalidad inequívocamente femenina. Pero vamos a explicarnos mejor.
Si vemos un cuadro de una familia real anterior al siglo XX es muy probable que veamos a algún bebé vestido de rosa. No es la hija del rey, sino el príncipe heredero . Antiguamente el color de los reyes era el rojo tanto por su simbolismo como por el hecho de que el tinte de este color era tan caro que sólo podían permitírselo las testas coronadas. El rosa, por tanto, era algo así como un "rojo de baja graduación" que identificaba al varón destinado a ser el sucesor al trono.
Por otra parte el color azul se identificaba con la Virgen María. El porqué de esta tonalidad se debe, según algunos, al color de algo tan puro como lo es el cielo de las buenas almas; pero para otros la razón de que la Virgen vistiera un manto azul se debía a que este pigmento era el más caro y lujoso después del rojo. Sea la razón que sea el azul acabó convirtiéndose en el color de la pureza virginal, algo típicamente femenino en épocas no tan lejanas. (Por cierto y volviendo al tema de los príncipes: la niña que véis en la foto de arriba llevando una cinta azul es la reina Victoria de Inglaterra de pequeña)
Así visto hasta nos parece lógico que el reparto de colores por sexo no fuese de otra manera, por lo que nos preguntamos cuándo se produjo la inversión y por qué niños y niñas acabaron intercambiándose los tonos.
Fue hacia 1920 (históricamente antes de ayer). Tras la Primera Guerra Mundial se hizo patente que los usos de la guerra habían cambiado y una de las primeras transformaciones debido a ello la sufrieron los uniformes. Hasta entonces eran elegantes y vistosos, pero las trincheras, el uso de carros de combate y la importancia creciente del camuflaje obligaron a dejar de usar colores como el amarillo o, precisamente, el rojo. Debido a esto este tono dejó de ser el color de algo tan "masculino" como la guerra, por lo que ya no era preciso vestir a los niños de rosa.
También tuvo que ver un cambio en la moda infantil: se empezaron a llevar los trajes de marinerito y, claro, eso significaba empezar a usar el azul reglamentario. Además, el reciente descubrimiento del tinte azul sintético suponía una revolución al hacer más baratas ciertas prendas. Por pura oposición y porque las niñas eran identificadas con la delicadeza del lujo (se empezaba a afirmar eso de que toda niña es una princesa) se empezó a utilizar para ellas el color más caro, pero rebajado para hacerlo más económico. Es decir, el rosa.
Y de momento la cosa no ha cambiado pese a que ya existen versiones sintéticas y baratas de todos los tintes. ¿Cambiará de nuevo esta identificación? Quién sabe... a lo mejor nuestros hijos empiezan a vestir de verde y nuestras hijas de marrón.
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