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Parece cosa de chiste, pero pese a la denominación del plato (ganso colonial) no hay nada que se parezca a un ave entre sus ingredientes. Ello se debe a varias circunstancias en las que tuvieron que ver mucho el humor y la necesidad.
Como ya sabéis el ganado predominante en estas islas es la oveja. Ello se debe a que al ser pequeñas podían ser llevadas desde Inglaterra en mayor cantidad que las vacas y a que su resistencia a los largos viajes es mayor que la de gansos, gallinas y otras aves.
Como comprensible, los colonos querían mantener sus costumbres para sentirse más cerca de su lejano hogar de procedencia; entre ellas las alimentarias. Las ovejas podían solventar las necesidades de carne y leche casi tan bien como una vaca pero, ¿qué pasaba cuando una fiesta requería que se cocinase un ave? Tal era el caso del ganso que se solía preparar en los festivos de invierno.
Dicen que el hambre agudiza el ingenio y en este caso se cumplió con creces y de una manera sencilla. Los colonos decidieron ser fieles a la receta pero sustituyendo la carne de ganso por la de cordero. En un alarde de nostalgia y buen humor decidieron dar al plato el nombre por el que se le conoce hoy.
La receta en sí no tiene mucho misterio: necesitaréis pierna de cordero deshuesada, albaricoques frescos, miga de pan, mantequilla, un poco de miel, cebolla picada, una pizca de tomillo, sal, pimienta negra y huevo batido.
Este plato, además, necesita ser marinado. Necesitaréis para la mezcla zanahoria cortada en rodajas, cebolla, laurel, ajo, perejil y vino tinto.
También necesitaréis tiempo, pues es un plato que se prepara en dos días. Primero deberéis preparar un relleno a base de los albaricoques, el pan y la cebolla, echadle por encima la mantequilla derretida y añadid la miel, la sal, la pimienta y el tomillo. Mezclad bien y añadid el huevo batido. Dejadlo reposar 24 horas (en la nevera, claro, para el huevo no se estropee, aunque también podéis echar el huevo al día siguiente).
Pasadas esas 24 horas juntad los ingredientes del marinado y dejad que repose mientras preparáis el resto de la receta. Rellenad la carne de cordero con la mezcla del día anterior y metedla junto en el marinado en una bolsa para asar. Cerradla bien para que no entre aire y dejad reposar una noche.
Tras esa noche poner a calentar el horno a 180º, retirad la carne del marinado y metedlo en el horno. Mientras calentaremos el marinado en una sartén e iremos echándolo al asado cada poco tiempo. El tiempo de horneado depende del peso de la carne, así que se calcula que harán 25 minutos por cada medio kilo de cordero. Cuando haya pasado el tiempo determinado sacadlo y dejad reposar un cuarto de hora, rociad el asado con el jugo de la bandeja del horno… Y sí… ya está: por fin hemos terminado.
Otro ejemplo más de una receta sencilla cuya única complicación está en el tiempo de elaboración. Así que si alguien os quiere gastar una broma diciendo que vuestro “ganso colonial” no tiene pinta de ser ganso comprenderemos que queráis dejar de invitarle a las cenas… por mucha razón que tenga.
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